miércoles, 19 de marzo de 2014

Oruga militar

El pendón militar pegado a su camisa hizo que María la mirase con otros ojos. Hasta ahora había creído que las orugas no iban vestidas, tampoco creía posible que midiesen un metro ochenta de alto, pero ante las claras evidencias se sentó como la oruga militar le había indicado y esperó con sus manos en el regazo y los pies ligeramente nerviosos cruzados debajo de la silla.
El letrero decía «Haz caso a la Oruga» y María era una chica muy obediente, sobre todo en una ocasión como esa, con una Oruga condecorada y ataviada con cinco pares de lustrosas botas dispuestas a aplastarla como a un bichejo. María había leído Alicia en el País de las Maravillas y sabía que ante un encuentro con semejante ser era mejor atender a todas sus palabras. En el caso de la pequeña María aun más, ya que no solo era una Oruga sino que además era militar.
-¿Y bien? -Comentó ésta enfurruñada y verde -¿Quién eres tú?


No hay comentarios:

Publicar un comentario