Maté a todos mis amigos.
Los maté, y ahora soy el rey del psiquiátrico.
Pastillas para desayunar, almorzar y cenar.
Chucherías para volar, pastelitos para soñar.
Los maté, desollé, descuarticé.
Y esparcí los trozos frente a mi puerta,
para que todos lo pudieran ver.
Los maté, y me encerraron. Premio por una barbaridad.
No los veré más, no los oiré, no los tocaré.
Solo en mi soledad, mía y de nadie más.
Los maté, y creen que lo he olvidado.
Pero aún sueño con androides y manzanas.
Carne de circuitos, turgencia plástica, sangre de coltán.
Los maté, y no puedo comprarme otros.
Alejado de todo smartphone
bajo orden judicial.
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