La lluvia de tus cabellos cae en cascada sobre el terraplén
de mi clavícula, ahogando el nervio, rebosando el pecho, creciendo las
sensaciones y haciéndolas correr cadera abajo con tu tifón de caricias
torrenciales. Reviviendo el oasis de mi ombligo, salpicando el risco
cosquilleado por la brisa áspera de tu mentón.
La tormenta pasa. Mi cuerpo devastado pasa a alerta naranja
mientras aún cerca, al horizonte de mis piernas, tus ojos de nubarrón amenazan
mi geografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario